miércoles, 22 de junio de 2011

¡Peligro!

¡Pero bueno!, ¡cómo que aún no habéis visto Hatari! y a John Wayne jugándose el tipo cazando rinocerontes y perseguido por Elsa Martinelli! Haced el favor de bajar ahora mismo al videoclub más cercano, coged la película y a disfrutar con el clásico y siempre discreto buen hacer de Howard Hawks, paseando la cámara entre parajes que pronto conoceréis.





La película fue rodada en una Tanganica de hace 49 años, cuando el territorio continental acababa de estrenar su independencia y dos años antes que su unión con Zanzíbar diera origen a la actual Tanzania. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Los blancos que pululan hoy son en su mayoría turistas, no residentes como se ve en la peli, y los espacios infinitos ya no están tan vacíos, pero los paisajes siguen ahí, magníficos, y la vida salvaje también, aunque más circunscrita al espacio de los parques; hasta la Torre del Reloj continúa en sus sitio, en la rotonda de Boma Road.



Hatari significa "peligro" en kiswahili, y no es para menos si tenemos en cuenta que Sean Mercer, el irlandés al que interpreta nuestro cow boy preferido, comanda un equipo de peculiares personajes dedicados a la captura de animales salvajes vivos para los zoológicos de Europa y EE.UU. Y claro, atrapar rinocerontes, búfalos, cebras, jirafas... a lazo y con una fotógrafa que se llama Dallas (Elsa Martinelli) enamorándose de ti, no es tarea para timoratos. De hecho, al bueno del Indio (Bruce Cabot) una rinoceronta cabreada porque se la querían llevar sin pedirle permiso, le arrea una cornada en la pierna que por poco le manda para el otro barrio. Incluso Kurt (Hardi Kruger) y Brandy (Michele Girardon) salen magullados por partida doble tras volcar su jeep en mitad de Ngorongoro y jugar a pelearse por favores femeninos. El mejor parado es sin duda Pockets (Red Buttons) y no os voy a decir por qué, más que nada para no desentrañar el único misterio de una película donde todo está cantado y en la que, a fuer de ser sincero, el único peligro que corren los personajes y nosotros es morirse de un empacho de buena onda.


Y esto, que conste, lo digo como virtud, porque pasarlo bien con película de más de dos horas donde realmente no pasa nada de enjundia, sólo está en manos de maestros como lo es el director de Río Bravo, El Dorado, Río Lobo, Su juego favorito, Nace una canción, El sueño eterno, Tener o no tener, Bola de fuego, Luna nueva, La fiera de mi niña, El sargento York, Los caballeros las prefieren rubias... y podría seguir.

Es una comedia romántica, sin pretensiones, repleta de tópicos amables y personajes simpáticos donde lo importante es transmitirnos buen rollo en medio de una geografía de libertades, alter ego del carácter de los personajes, que se ven envueltos en un enredo de amoríos dulcemente contradictorios con final feliz y escenas de una comicidad tranquila e inocente. Y no nos olvidemos claro, de la banda sonora, compuesta por otro maestro, el gran Mancini, y de su tema más conocido, "Baby elephant walk". Por cierto, a ver si cuando vayamos a Momella reconocéis la chimenea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario